Schopenhauer, Nietzsche, Kant, Kierkegaard, Weil, Wittgenstein...

Schopenhauer, Nietzsche, Kant, Kierkegaard, Weil, Wittgenstein...

... ninguno se casó.

Ni Descartes ni Hobbes ni Locke ni Spinoza ni Leibniz ni Santayana ni Hume..

Dicen que dicen (y Google lo reproduce hasta el infinito) que alguien en la Antigüedad –tal vez Sócrates, tal vez nadie– aconsejó: «Cásate: si por casualidad encuentras una buena pareja, serás feliz, sino te volverás filósofo.»

En cambio, Unamuno sí se casó, Ortega y Gasset también, y María Zambrano y Hanna Arendt y... 

Sea cual fuere el estado civil, cabe recordar aquello que escribió Teresa de Jesús: «Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa...».  Pero veamos qué opinan del matrimonio algunos de estos filósofos solteros que posan aquí tímidamente de perfil:

1. «El matrimonio es la más baja de las condiciones de vida permitidas a un Cristiano», pensó Pascal.

2. Schopenhauer lo tenía muy claro: «El matrimonio es una celada que nos tiende la naturaleza.» Y, por lo visto, que sepamos, no cayó en esa «emboscada».

3. Y asimismo Nietzsche: «El matrimonio acaba muchas locuras cortas con una larga estupidez». 

4. Sin embargo, Kant en su Metafísica de las costumbres se explayó a gusto: «El matrimonio es un contrato entre dos personas, en virtud del cual ambas partes se otorgan idénticos derechos, aceptando la condición de que cada uno en­trega al otro toda su persona y cobrando así cada cual pleno de­recho sobre la persona íntegra del otro. Esta es la única manera en que la razón reconoce como posible una rela­ción sexual recí­proca sin dar lugar a una degradación de la naturaleza humana y a una vulneración de la moralidad». 

5. Mientras que Kierkegaard da una de cal y otra de arena, pues si bien escribió: «Si realmente el período de noviazgo es el más bello de todos, ¿por qué se casan los hombres?». También dijo: «El matrimonio es, y seguirá siendo, el viaje de descubrimiento más importante que el hombre puede emprender.» Estética del matrimonio

6. Y Wittgenstein: «De lo que no se puede hablar, sobre eso se debe callarse». (Tractatus logico-philosophicus