Segalen y Debussy: nota de los editores

Segalen y Debussy: nota de los editores

 

EN UN MUNDO SONORO / ENTREVISTAS CON DEBUSSY

de

VICTOR SEGALEN

(traducción de Regina López y Pablo Moíño)

 

Nota de los editores

Dans un monde sonore, de Victor Segalen se publicó el 15 de agosto de 1907 en el número 244 de la revista Le Mercure de France bajo el pseudónimo Max-Anély. Once días después, el 26 de agosto, Debussy escribe una carta a Victor Segalen:

En un mundo sonoro es una cosa estupenda, en un campo absolutamente inexplorado […]. ¿A usted no le parece que habría que hacer algo digno de admiración con el mito de Orfeo?

Segalen y Debussy se llevaban dieciséis años. Debussy era ya, en esa fecha, un compositor célebre en toda Europa. En cambio, Segalen, médico, arqueólogo y viajero, era un desconocido. Por entonces apenas había publicado, además de En un mundo sonoro, dos ensayos, uno sobre Gauguin (1904) y otro sobre Rimbaud (1906), en la revista Le Mercure de France.

Nacido en Brest (aunque bordelés de adopción), hijo de profesores, Segalen desea escribir y viajar, pero se niega a desempeñar el «grotesco papelón de literato» (que diría Sánchez Ferlosio). Cuando termina sus estudios de Medicina en la Escuela Naval, aprovecha su puesto de médico en la marina francesa para viajar a la otra punta del planeta; y así interrogarse sobre lo diverso y oponerse firmemente a lo turístico y a la política de las potencias occidentales de colonizar todo lo que suene a exótico.

En 1903, embarca en el puerto de Le Havre con destino a Tahití. Hace escala en Nueva York –allí escribe su primer poema– y atraviesa los Estados Unidos, pero una fiebre tifoidea –que estuvo a punto de acabar con su vida– lo obliga a detenerse un tiempo en San Francisco, gracias a lo cual, una vez recuperado, descubre fascinado el barrio chino de esta ciudad. No en vano, un lustro después, China ocupará un espacio determinante en su vida y en su obra, tan íntimamente relacionadas, pues, como señala Julián Mateo Ballorca en su magnífico prólogo a La vida cóncava (Cuatro Ediciones, 2004), «la imaginación de Segalen no es libresca, el estímulo que le lleva a la escritura viene de lo real». En Tahití vive casi dos años, desde enero de 1903 a septiembre de 1904. Allí ha de atender a las víctimas de un ciclón reciente, pero también se emplea en estudiar la cultura maorí y en buscar a un pintor entonces apenas conocido, Gauguin; pero llega tarde, pues había fallecido dos meses antes en su casa de las islas Marquesas. A Gauguin dedicará varios estudios y proyectos de novelas, entre ellos «El maestro de gozar», que había pensado como una continuación de Los inmemoriales, una novela-ensayo sobre los maoríes que publicó en septiembre de 1907 (que se editará próximamente en esta misma editorial).

Es probable que Gauguin fuera, junto a Huysmans y Debussy, uno de los artistas contemporáneos que más influyó en Segalen: «Se interesó tanto por la vida de su compatriota –cuenta Santiago Gamboa en Otoño en Pekín– que recogió numerosos testimonios, compró siete óleos en una subasta, […] varias esculturas, diarios de trabajo y hasta la paleta de colores de Gauguin», además de las maderas que adornaban la entrada de su casa. En 1905 regresó a Francia, tras una larga travesía que le llevó a Ceilán, Yibuti y El Cairo. En el Cuerno de África se entrevistó con varias personas que había tratado con el Rimbaud explorador y traficante.

Y hasta aquí este apunte sobre la vida de Segalen en relación con el contenido de este libro. Porque, en 1905, cuando ha regresado a su ciudad natal, tiene 27 años, lleva consigo el manuscrito de Los inmemoriales y el borrador de su primer drama lírico, Siddhartha, sobre la vida de Buda, que había escrito en noviembre de 1904 durante una larga escala en Colombo (en la actual Sri Lanka). Y Siddartha es el texto que, una vez instalado en Brest, decide enviar a Debussy como posible libreto para un proyecto de ópera.

La carta del 26 de agosto de ese mismo año, que introduce la presente nota, no sólo es reseñable por la propuesta sobre Orfeo que Debussy le brinda a Segalen después de leer En un mundo sonoro, sino también porque, unas líneas más arriba, le comunica que ha decidido rehusar Siddhartha:

¡Es un prodigioso sueño! ¡Sólo que, en su forma actual, no conozco música capaz de penetrar en ese abismo! […] Dese cuenta: no pretendo decirle que sea imposible, sencillamente… me da miedo.

La decepción de Segalen nada más leer la carta, según su hija, fue notable: «Segalen recibe su carta la mañana del 29 de agosto, al principio se siente profundamente desilusionado, pero enseguida reacciona: dos horas más tarde está leyendo a su mujer un breve esbozo de “Orfeo triunfante”, primer título de Orfeo rey».

No es de extrañar que Debussy –quien en 1905 había manifestado que «muy pocos músicos se sienten satisfechos con la sola belleza del sonido»– se sintiera atraído por la enigmática nouvelle de Segalen: en ella, un físico retirado desea vivir en un mundo únicamente sonoro. Para ello, ha transformado una habitación en una caja de resonancia, de tal modo que adentro pueda oírse cualquier sonido, sea cual fuere su intensidad. Así, Debussy ideó un Orfeo que «incluso debería cantar sin palabras durante todo el drama».

Segalen y Debussy se reunieron en varias ocasiones para trabajar codo con codo en el manuscrito de Orfeo rey. Pero varias circunstancias, como el estallido de la Primera Guerra Mundial, los sucesivos viajes de Segalen a partir de 1909 a China (desde donde le escribe una célebre carta a Debussy, aquí incluida) y, sobre todo, los múltiples proyectos en los que estaba ocupado un Debussy ya enfermo (en 1916, dos años antes de morir, confesó que la música de Orfeo la oía «cada vez menos»), malograron finalmente el proyecto, si bien el libreto se publicó póstumamente, en 1921.

Al menos, como buen arqueólogo, Segalen se cuidó de anotar escrupulosamente la conversación después de cada uno de sus encuentros. Por fortuna, estas «entrevistas» nos permiten «escuchar» hoy las ideas que ambos creadores intercambiaron sobre música, el mito de Orfeo, poesía, ritmo, sonido, estética…

En conjunto, pues, presentamos un material hasta ahora inédito en castellano, que deseamos sea un pretexto más para acercarse a la obra de uno de los escritores más asombrosos y secretos del siglo XX.

Segovia, 11 de febrero de 2018

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Dibujo de la cubierta: Èlia Llach: