A VUELTAS CON LOS PRELIMINARES /2: BORGES, LEM Y CONRAD

A VUELTAS CON LOS PRELIMINARES /2: BORGES, LEM Y CONRAD

Una nueva entrega de conversaciones en la tercera fase... 

Por fin es jueves, inexcusable prólogo de viernes, esta vez festivo. Y sorprendemos a Jorge Luis Borges, Stanisław Lem y Joseph Conrad, cada cual en su mundo (uno firmando un papel, otro escudriñando con su lupa y el tercero en discordia, como casi siempre, con la mirada perdida en el horizonte), dialogando sobre el arte de escribir prólogos a propósito de la reciente edición de Nota del autorde Conrad.

Ponemos en marcha la grabadora y el oído interno, tal vez nuestro sentido más borgiano, esa cavidad hueca que, según se puede leer en cualquier enciclopedia, la Wikipedia incluida, se divide morfológicamente en dos laberintos, el óseo y el membranoso… En medio de ambas debe de andar el Minotauro.

BORGES: En la mayoría de los casos el prólogo linda con la oratoria de sobremesa o con los panegíricos fúnebres y abunda en hipérboles irresponsables, que la lectura incrédula acepta como convenciones del género.

LEM: El arte de escribir prólogos lleva tiempo clamando por que se le otorguen títulos de nobleza. Asimismo, yo llevo tiempo sintiendo el apremio de dar satisfacción a esa literatura marginada, que guarda silencio sobre sí misma desde hace cuarenta siglos, esclava de las obras a las que vive encadenada.

BORGES: Por otro lado, también creo que el prólogo es este fragmento de la obra  donde cambia el status del autor, quien desde entonces es menos autor, se asemeja al lector, en cierto modo resumiendo su papel y actitud.

LEM: ¿Cuándo, si no en la época de la ecumenización, es decir, de la razón universal, debemos, por fin, nacer el don de la independencia a ese género noble, oprimido desde su misma cuna?

BORGES: El prólogo es una especie lateral de la crítica; su objetivo  principal es  entablar la discusión que debe suscitar todo libro, y evitar al  lector las dificultades que una escritura nueva supone.

JOSEPH CONRAD: Por mi parte, sólo quisiera decir que el rasgo más característico que deseo imprimir en estas Notas del autor, que me acaba de publicar en castellano una editorial segoviana, es la de una franqueza absoluta. Y me apresuro a declarar que fundé mis esperanzas no en mis supuestos méritos, sino en la sostenida buena voluntad de mis lectores. Bien podría decir que mis esperanzas han tenido plena justificación, y que han sido desproporcionadas por comparación con mis travesías del desierto.

LEM: Yo mismo, estimado compatriota, sé que debo, aunque más por sentido del deber que por un impulso del corazón, ofrecer mi ayuda a la Introduccionística, y convertirme en su libertador y partero. Cuenta conmigo.

FUENTES:  Un valor imaginario, de Stanisław Lem; Prólogo con un prólogo de prólogos e Inquisiciones, de Jorge Luis Borges; y Nota del autor, de Conrad.