«Este es un teatro de síntomas que conecta directamente con la sociedad», por Ruby Fernández
«Este es un teatro de síntomas que conecta directamente con la sociedad», por Ruby Fernández
Dramaturgos y nuevas ciudades
Un artículo de Ruby Fernández |17 de octubre de 2014
Crear una casa para las palabras, amar las mismas hasta convertirlas en cimientos. Esto es lo que Mayorga vivió en casa de sus padres. Su progenitor leía en voz alta transformando los diptongos de otros en curiosidad y reducto de felicidad para Juan y su familia. Esta y otras vicisitudes fueron las que empujaron a Juan Mayorga a comenzar a escribir, a comenzar a sentir. Podemos decir que este por entonces niño experimentó la urgencia de ser fiel a algo que quieres transformar en real, en resumidas cuentas; experimentó la urgencia de escribir, la urgencia de sentirse acompañado, la urgencia de no desaparecer, de quedarse en los huesos sin pasar frío, de quitarse cortezas poco a poco.
Teatro humano este. Teatro palabra-idea-elipsis o cerebro-corazón– dicción. Teatro de cadencia Kunderiana. Teatro de acotaciones poéticas o con exceso de trasfondo (según los ojos que a él se enfrenten y según el tipo de teatro al que haya estado expuesto a lo largo de su vida teatral). Es un teatro que bien se transforma involuntariamente en discursos novelados o en aspirantes a serlo. Adentrarse en el compendio teatral publicado por La Uña Rota es revisitar una a una casi todas las batallas y acontecimientos acaecidos en la historia de la humanidad. En La tortuga de Darwin, Mayorga hace un mapeo de todos ellos, sitúa en el mapa fechas, lugares, nombres propios y causas de un mundo por reconstruir, de la memoria que un día fue, está siendo y será.
Si quieren revisitar alguna batalla en particular, no tienen mas que tirar de índice. Allí se darán de bruces con un holocausto no lineal (Himmelweg). ¿Quieren saber a qué sabía el sueño republicano y la perpetua idea no cumplida del mañana volveré? Si es así lean Siete hombres buenos. Si por el contrario son más del periodo franquista, y son capaces de aceptar una crítica sobre el tema, lean El jardín quemado. No solo de batallas se alimenta este volumen teatral. A lo largo de sus libretos encontraremos temas como el abuso, la marginación, la necesidad del otro para ser. Escribe sobre la nostalgia y la ironía dentro de una Paz perpetua, sobre tensiones sublimadas y pasiones como masa madre.
Mayorga es dramaturgia de (y en) tiempo y espacio (aunque este afirme que la verdadera imagen del pasado no se puede fijar para siempre). Ambas características son válidas para estructurar sus piezas. Las batallas, al igual que el teatro, son al fin y a cabo hechos sociales llevados a escena por ‘actores’ y observados por un ‘público’ más o menos activo. Los conflictos, al igual que el teatro, existen en la memoria del espectador porque los actores le convocan y le hacen cómplice de sus hechos. A lo largo de estas páginas vemos cómo el autor sincroniza el pasado y su actualidad, ya que quiere que el espectador sea testigo contemporáneo del mismo. Con esto quiere conocer al espectador que mira hacia el pasado desde el sofá del siglo XXI, y es que cuando el teatro se encarga del pasado, lo hace también de las demás sílabas.
Tiempo y espacio en parte diacrónico, tiempo y espacio poético, sensible y harto complejo. Teatro ágil, aunque en algunos casos tendente al estacionamiento, a la paulatina pérdida-cadencia de ritmo, todo ello debido (aunque algunos críticos no estén de acuerdo) al excesivo peso del texto en gran parte del libro. Por ello es y no un teatro para todos. A Mayorga no (o por lo menos no) se debe leer/ ver sin bagaje cultural-existencial previo, sin una percepción educada. No diré que este autor evita conectar de manera directa con la sociedad, decir eso sería desarmar toda su dramaturgia e intención, lo que quiero decir es que, queramos o no, conecta con la sociedad por medio de un campo intelectual el cual no tiene a cero sus medidores aunque este se esfuerce (y a veces lo consiga) para que sus obras nos resulten (se nos antojen) cercanas. Al fin y al cabo quiere crear cómplices. Quiere espectadores orgánicos y no mecanicistas.
Mayorga además de dramaturgo es filósofo y matemático, por tanto ha de notarse en algún que otro acto (no existente, ya que este dramaturgo prescinde de los mismos en el tono clásico de la palabra) del libro. El germen de la trascendencia intrínseca en la vida de Mayorga crece entre las líneas de su teatro llegando al espectador tipo (que no típico) en forma de enigma a descifrar. La llave que da acceso a la tramoya perceptiva de este teatro sería la llamada ‘ingenuidad del ojo nuevo’ enunciada por Bourdieu en su libro Campo de poder, campo intelectual.
En Teatro 1989–2014 podemos apreciar un meta teatro que construye ocasiones, busca y encuentra teatro donde (en apariencia) no hay. Este es un teatro de síntomas, el cual conecta directamente con la sociedad. Con este volumen, el autor quiere rehacer sus obras sirviéndose del filtro crítico de los lectores-espectadores que a él se enfrenten, ya que este segundo filtro es lo que aporta verdadero sentido al todo mayorguiano. Aunque en principio no apreciemos la intención del autor, el teatro que dispone ante nuestros ojos es un teatro conversacional y no por lo dialogístico del mismo, sino porque Mayorga así lo quiere. Nos obliga a hablar con sus textos y, por ende, a extraer conclusiones de las elipsis involuntarias que el autor expone a lo largo de las páginas.
Benjamin, Le Brun y Dostoievski son algunos de los férreos referentes que podemos encontrarnos en su obra y en las imágenes dialécticas que esta crea. Los personajes en Mayorga son constelaciones dispersas entre pasado y presente que ejercen una constante atracción-repulsión entre dos motivos que se preguntan. Nos encontramos ante una dramaturgia cartográfica, pero una cartografía nacida desde el terror, desde la violencia humana. Mayorga y el teatro de mapas como respuesta a una pregunta que alguien se hizo, que alguien se hará. Escribir obras de teatro de este tipo es como dibujar un mapa, has de saber el número de datos exactos para no hacer invisible lo que realmente quieres sacar a la luz. Decidir que incluir y que dejar fuera es lo que continuamente hace una persona dedicada al teatro.
El actor escucha a la ciudad y le devuelve el mismo ruido, aunque el teatro de Mayorga (como la buena dramaturgia) divide a esta ya que pone ante sus ojos lo que no quiere ver. Esto es lo que cabe en mi-tu ciudad y ante ti lo presento, el mapa cambiará con tu vida. Hazlo colgar de alguna de las paredes que sigan en pie en tu ciudad, tal vez así, se derriben las fronteras que un día construyeron. Añicos poético-geográficos de un pasado fallido que creará la felicidad (masculina) presente, y es que Mayorga no deja muy bien a la mujer dentro de este volumen. En la mayoría de sus obras, presenta a una mujer vapuleada, taciturna y falta de pasión, la cual se resguarda en la figura de un hombre mucho mas fuerte en apariencia que ella. Ejemplo de esto son las féminas de El crítico o de El chico de la último fila. Ambas esperan a su salvador sentadas en un banco o en un cómodo sillón, pero esperándolos al fin y al cabo. Mujeres con vocación de hacerse cuerpo.
Teatro 1989–2014, puede resumirse en el apartado número dieciséis del mismo. El crítico: Si supiera cantar me salvaría puede considerarse (y ha de tomarse) como una declaración de intenciones. Aquí Mayorga hace de verdugo de su propia profesión y podemos escuchar de fondo al propio autor a voz callada contra sus contemporáneos: He venido a decir lo que opino sobre el teatro de hoy día y sobre la manera que tenemos de hacerlo. No me iré de aquí sin que escuchen y la mejor manera de conseguirlo es mediante el teatro. Si tuviese que elegir un manifiesto para resumir y prologar los siglos XX y XXI, no cabe duda que sería esta obra teatral. Nos encontramos ante la perfecta radiografía del enfermo humano dolorido y manipulado. Nos aleccionan desde el otro lado del espejo y esto se ve en los golpes que se asestan Volodia y Scarpa a modo de contrincantes dentro de un ring. Manipulación no del todo involuntaria en un bis a bis.
En resumen, el teatro de Mayorga es un teatro para evolucionar asumiendo errores, y para cantar si quieren salvarse.
[Imagen: ilustración de la cubierta del libro Teatro 1989-2014, de Juan Mayorga, por Daniel Montero Galán]