"Sexo ofendido", por Ruby Fernández. Sobre Una costilla sobre la mesa de A. Liddell

19.06.2018

"Sexo ofendido", por Ruby Fernández. Sobre Una costilla sobre la mesa de A. Liddell

Publicado en La Opinión

Sexo ofendido

 

Por Ruby Fernández

La Opinión de Murcia | Sábado 2 de junio de 2018

 

Como abrir con urgencia la nevera al final del holocausto e intentar comer (aun sabiendo que para lo único que servirá es para ataúd), así es la literatura que Angélica Liddell junto con la editorial La uña rota nos presentan. Una costilla sobre la mesa es una obra dividida en ocho actos cargada de plomo, conforme avanzan las páginas tanto las acciones como la forma de escritura se van condensando y esquematizando cada vez más. Proyecto literario que afecta y punza sin llegar a construir agujeros insalvables gracias a su forma directa, concisa y práctica.

‘Sostenme, voy a caerme’ Este puede ser el lema que resuma la obra de Angélica Liddell. Narradora que nos presenta con ritmo vertiginoso y constante el hoyo que todos tenemos delante y del que no nos atrevemos a salir por miedo a la memoria. Este es uno de los temas principales de esta enajenación. La autora juega con la doble moral que tiene la deontología humana. Memoria bulbosa, letra escarlata. La autora tiene el valor de presentar y tratar temas tabú denunciando en voz alta.
 

Mujer desansiada, desalmada, mujer llena de polvo, cojín sucio, vesícula purulenta, lengua muerta. Densidad y empaque propias de la Yerma lorquiana y la tragedia griega. La dramaturga es capaz de aunar en una misma frase la más sublime de las bellezas acompañada de la hostia más amarga aquella que no recibiste a tiempo. La desesperación, a veces, crea el mejor de los artefactos para expulsar a los monstruos que te quitaron la piel.

Dividido en capítulos construidos sobre la ansiedad y ligados por el catalizador de la soledad y la tristeza lírica, Liddell arma un espectáculo propio de las puertas de un psiquiátrico. Mezclando géneros de corrido (poesía, relato y cantidad de potentes experiencias), Angélica es capaz de mantener al lector/espectador en negra tensión (justificada y natural) provocada por el obcecamiento que alcanza la mente que quiere enfrentarse indefectiblemente al todo abstracto que es la verdad absoluta. Por eso nos propone un canal de salvación, los temas en el arte de Caravaggio; este juega uno de los papeles fundamentales ya que el Caravaggismo es el mejor representante la bajeza humana, lo censurable.

Todo lo que se escriba de Liddell es en vano ya que la materia de la que están hechas las palabras no tiene gramaje suficiente para arrastrar ni representar toda la espiral de mierda y miseria que hay en estas páginas. Tal vez lo único que puede acercarse a las maneras de esta seria angustia sería la estética contraria al catecismo de Lars Von Trier. Ambos son corpóreos, con ideologías contrarias al conservadurismo, lascivos hasta la médula, performativos hasta la extenuación. La sangre rebosa de un cuerpo triste.

¿Qué somos si no mendigos? La exiliada hace ver que nuestras heces harán que siga funcionando el mundo ya que la misericordia es el motor que empuja a los cínicos.