Marcel Proust nació en Auteuil (París) en 1871 en el seno de una familia adinerada. Desde niño padeció asma. Escribió su gran obra, En busca del tiempo perdido, tema principal de esta correspondencia, entre 1908 y 1922. Sus últimos cuatro años vida, ya muy enfermo, trabajando en la cama, escribe, corrige y reescribe a contrarreloj para terminar a tiempo la última parte de su obra. Murió en París en 1922. Su editor y amigo Jacques Rivère dejó escrito: «Marcel Proust murió a causa de esa misma impericia que le permitió escribir su obra»
Jacques Rivière nace en Burdeos en 1886. Editor y crítico literario y de arte, está considerado como uno de los grandes teóricos que forjaron los gustos artísticos y literarios del siglo xx. En 1919 asumió la dirección de la célebre publicación literaria La Nouvelle Revue française, al frente de la cual se mantuvo hasta el final de sus días. Convertido en una de las figuras más relevantes de la cultura francesa de los años diez y veinte, se relacionó estrechamente –además de con Proust– con autores de la talla de André Gide, T. S. Eliot, Paul Claudel, Antonin Artaud o Valery Larbaud, con los que mantuvo una interesante correspondencia. Falleció en París en 1925 de una fiebre tifoidea poco antes de cumplir 39 años, dejando un libro de memorias de la primera guerra mundial, L’Allemand (1918), una novela, Aimée (1922), y una importantísima obra crítica.
Fue el primero en detectar que en la obra de Proust –en 1914 apenas recién dada a conocer– había todo un proyecto narrativo de largo aliento: «Haga cuanto pueda para hacerse con él: créame, más adelante será un honor haber publicado a Proust», le escribe ese mismo año al dueño de la editorial, Gaston Gallimard.
Entre 1919 y 1925, Rivière editó en la NRF/Gallimard cinco de los siete volúmenes de la gran novelade Proust. El último tomo, El tiempo recobrado, publicado en 1927, ninguno de los dos pudo verlo.