Un enamorado de su arte nos recordaría que estamos ante un artista comprometido y fundamental, cuyas pinturas pueden ser admiradas desde hace décadas en las más prestigiosas galerías y museos de todo el mundo. Otros, en cambio, le recuerdan sobre todo por su ya mítico y caluroso abrazo, que tanto dio que hablar a finales del siglo pasado. Sin embargo, hay quienes hablan de él como un agradable vecino que sale a pasear por el barrio con las manos manchadas de pintura, y con quien intercambian un cordial saludo cuando a cierta hora del día baja al bar de siempre a tomarse, pongamos por ejemplo, una taza de café.