«En el centro de Angélica Liddell», por García Garzón en ABC Cultural
«En el centro de Angélica Liddell», por García Garzón en ABC Cultural
EN EL CENTRO DE ANGÉLICA LIDDELL
Juan I. García Garzón | Sábado 12 de abril de 2014
Entrega a la imprenta Angélica Liddell las tres últimas obras que ha estrenado, agrupadas bajo el significativo título de El centro del mundo, pues concentra en ellas su atracción por China, que es, según la traducción de ese nombre del mandarín al español, «el centro del mundo», aunque también suele interpretarse como país o «imperio del centro», de acuerdo con la clásica concepción etnocéntrica china en la que las naciones extranjeras eras consideradas periferia bárbara.
En las tres obras –Maldito sea el hombre que confía en el hombre: un projet d’alphabetisation, Ping Pang Qiu y Todo el cielo sobre la tierra (El síndrome de Wendy)– es perceptible como elemento vertebrador una reflexión sobre la pérdida de la inocencia que conlleva el tránsito de la infancia a la edad adulta.
Liddell fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2012 por La casa de la fuerza y el año pasado se convirtió en la primera española en recibir el León de Plata de la Bienal de Venecia como tributo a su «teatro de resistencia», una manera de definir su estilo y desgarrado en lo personal y lo formal, que no ahorra la crudeza sobre el escenario, en el que ella misma defiende sus obras como sacerdotisa suprema.
Tajadas de furia
Pieza a pieza se ha consolidado como uno de los más destacados nombres de la generación de autores españoles surgidos en la década de los 80. Reconocida y aplaudida internacionalmente como profetisa de un teatro total en su triple vertiente de autora, directora y actriz, y por lo insólito y contundente de sus propuestas combativas, fascinantes y turbadoras, sus textos de calidad hirviente rebosan rabia y densidad filosófica.
En alguna ocasión cede a la tentación de recrearse en las constantes estilísticas que ahorman su trabajo, una reiteración de aquello por lo que es reconocible y que, a la postre, es lo que aguarda de ella «su» audiencia. A mi juicio sucede en Maldito sea el hombre que confía en el hombre, donde, artista de su dolor, vuelve a servir adobadas con talento teatral unas tajadas de su furia con guarnición de nihilismo y a repetir lo estéril de la maternidad, denostar la atrocidad de la familia y subrayar la bajeza del ser human que aniquila lo auténtico y hermoso de los niños mediante la educación.
Utoya y Nunca Jamás
Ping Pang Qiu es probablemente las más apasionada declaración de amor a China escrita por Angélica Liddell. Un texto en didáctica clave de ping-pong en el que el humor se suma a la brillantez de los argumentos, con un alegato contra el exterminio de millones de personas durante la Revolución Cultural y referencia a El libro de un hombre solo, del Nobel Gao Xingian.
Finalmente, en Todo el cielo sobre la tierra traza un puente entre la isla noruega de Utoya, donde un ultraderechista asesinó a decenas de jóvenes en 2011, y esa Tierra de Nunca Jamás donde habitan Peter Pan y los Niños Perdidos. Una obra sobre la necesidad de sentirse amados, la extrañeza de la felicidad y el final de la juventud. Palabras en combustión, teatro que atrapa y sobrecoge, que entusiasma o espanta, teatro vivo en el que la indiferencia está proscrita.
[Imagen: ©Angélica Liddell]