Casi todo el teatro de Juan Mayorga

16.07.2014

Casi todo el teatro de Juan Mayorga

Publicado en El Pulso

Diario El Pulso

Podemos pensar en los artistas y en sus obras, en las interpretaciones, en la mirada del espectador y en su re-creación de aquello que contempla. Si nos fijamos en el arte dramático y en un dramaturgo como Juan Mayorga, tenemos a un creador que asiste a la transformación, intervención, asimilación, representación e, incluso, consternación de textos teatrales que, como ninguno, van a ser interpretados por diferentes actores, adaptados desde distintos puntos de vista, declamados en otros idiomas, atendidos por multitud de espectadores, visionados en versión cinematográfica, además de leídos, ahora.

¿Qué artista puede enorgullecerse de presentar obras tan potenciales?. Ni cineastas, ni escultores, ni novelistas. Esta situación se agranda si comprendemos que estas piezas están escritas por un filósofo matemático (o viceversa). Sus obras se llenan de ideas, no de "tesis" como bien afirma Claire Spooner en el prólogo de esta antología. Son ideas que buscan su espacio, que intentan alimentarse de palabras, silencio y escena, pero que, en general, se tienen que volver por donde han venido.

El teatro se mueve dentro del arte efímero: cada lugar, cada interpretación es irrepetible y el misterio que se concita entre espectadores y elenco es imposible grabarlo para la posteridad sin que se desvanezca la tensión entre aquellos dos contendientes obligados a entenderse. Por esta razón, "acompañar" en su proceso de creación y representación a un dramaturgo contemporáneo nos convierte en testigos de excepción. Sin ir más lejos, esta misma temporada hemos podido asistir a la escenificación de su último texto, El arte de la entrevista, donde nuevamente busca la verdad mediante la indagación socrática. También se ha repuesto La lengua en pedazos, sin duda, su mejor obra, la que ofrece una escritura más elaborada y audaz. No hace tanto que Carmen Machi hacía suya a la vieja Harriet en La tortuga de Darwin en el Teatro de La Abadía. Además, claro, de la versión cinematográfica de El chico de la última fila a cargo de François Ozon. Su trabajo continúa, ya hemos podido leer su Reikiavik y ahora solo queda que se materialice en alguno de nuestros teatros.

No es habitual que se publiquen volúmenes con las obras de un dramaturgo vivo. En este caso, sus veinte obras vienen enmarcadas por los dibujos de Daniel Montero en un juego de puzzle que se desmonta en las piezas que nos vamos a encontrar dentro. Eso aumenta su rareza editorial y por eso debemos celebrarlo.

* Mayorga, Juan, Teatro 1989-2014, La Uña Rota, Segovia, 2014, 769 pp.

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Podemos pensar en los artistas y en sus obras, en las interpretaciones, en la mirada del espectador y en su re-creación de aquello que contempla. Si nos fijamos en el arte dramático y en un dramaturgo como Juan Mayorga, tenemos a un creador que asiste a la transformación, intervención, asimilación, representación e, incluso, consternación de textos teatrales que, como ninguno, van a ser interpretados por diferentes actores, adaptados desde distintos puntos de vista, declamados en otros idiomas, atendidos por multitud de espectadores, visionados en versión cinematográfica, además de leídos, ahora.

¿Qué artista puede enorgullecerse de presentar obras tan potenciales?. Ni cineastas, ni escultores, ni novelistas. Esta situación se agranda si comprendemos que estas piezas están escritas por un filósofo matemático (o viceversa). Sus obras se llenan de ideas, no de "tesis" como bien afirma Claire Spooner en el prólogo de esta antología. Son ideas que buscan su espacio, que intentan alimentarse de palabras, silencio y escena, pero que, en general, se tienen que volver por donde han venido.

El teatro se mueve dentro del arte efímero: cada lugar, cada interpretación es irrepetible y el misterio que se concita entre espectadores y elenco es imposible grabarlo para la posteridad sin que se desvanezca la tensión entre aquellos dos contendientes obligados a entenderse. Por esta razón, "acompañar" en su proceso de creación y representación a un dramaturgo contemporáneo nos convierte en testigos de excepción. Sin ir más lejos, esta misma temporada hemos podido asistir a la escenificación de su último texto, El arte de la entrevista, donde nuevamente busca la verdad mediante la indagación socrática. También se ha repuesto La lengua en pedazos, sin duda, su mejor obra, la que ofrece una escritura más elaborada y audaz. No hace tanto que Carmen Machi hacía suya a la vieja Harriet en La tortuga de Darwin en el Teatro de La Abadía. Además, claro, de la versión cinematográfica de El chico de la última fila a cargo de François Ozon. Su trabajo continúa, ya hemos podido leer su Reikiavik y ahora solo queda que se materialice en alguno de nuestros teatros.

No es habitual que se publiquen volúmenes con las obras de un dramaturgo vivo. En este caso, sus veinte obras vienen enmarcadas por los dibujos de Daniel Montero en un juego de puzzle que se desmonta en las piezas que nos vamos a encontrar dentro. Eso aumenta su rareza editorial y por eso debemos celebrarlo.

* Mayorga, Juan, Teatro 1989-2014, La Uña Rota, Segovia, 2014, 769 pp.

 

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