De tertulia con Kant

18.06.2012

De tertulia con Kant

Publicado en La Aventura de la Historia

La Aventura de la Historia

Ha pasado a la historia por ser el autor de un estilo canónico de biografía que puso de moda con su “Vida de Johnson” y, aunque no aportó grandes avances teóricos, retrató con frescura inigualable su tiempo y a algunos de sus más preclaros intelectuales.

James Boswell (1740-1795) es uno de los personajes más interesantes del siglo XVIII inglés y un testigo de la Ilustración, cuya pluma ágil e incansable ha dejado un fascinante retrato del Londres dieciochesco a la altura, cuando no por encima, de los grandes novelistas de su época.

De origen escocés, se instaló en la capital británica donde se dedicó a lo que hoy llamaríamos la caza de celebridades, aunque con peso intelectual. Con una persistencia que a veces se antoja impertinente, Boswell se pegó al ensayista y crítico literario más influyente de Londres en la segunda mitad del siglo XVIII, Samuel Johnson,  de quien escribió la peculiar y exhaustiva biografía citada, y logró conocer asimismo a David Hume en la islas y a Rousseau y Voltaire en el continente.

Armado de cartas de presentación, el buen Boswell llamaba a la puerta de los famosos para entrevistarles y recogía en sus diarios personales los detalles de la cita, la conversación y cuanto elemento “de color” llamaba su atención. Así dejó descripciones de las comidas de Voltaire o el atuendo del ginebrino que aparecieron entre sus documentos muchos años después de su muerte y que en España se publicaron en 1997, en una edición a cargo de José Manuel Prada.

Por la forma de conducir le entrevista, los detalles de cada encuentro, sus reflexiones personales y su mucha e ingenua vanidad –sin duda tenía un elevadísimo concepto de sí mismo- Boswell parece el creador del periodismo. La afirmación es sin duda exagerada y debería compartirla con muchos otros de sus coetáneos –como Diderot- para ser justos.

Lo que no se puede negar es que su personalidad sorprende, incluso por lo que irrita en ocasiones, y que los textos salidos de su pluma son una lectura agradable y divertida.

Es por lo tanto muy de agradecer que se acabe de publicar su “James Boswell visita al profesor Kant”, donde se recoge –en traducción española acompañada del original en inglés- el breve relato de su viaje en 1784 a Königsberg para conocer a Kant, con el que mantuvo varios encuentros breves.

El texto estuvo extraviado durante dos siglos, se recuperó en 1979 y está en línea con las dos entrevistas citadas. Boswell, que escribe para su diario, no escatima detalles personales y refleja hasta las “lascivas ensoñaciones” que le proporciona una bella joven que viaja en su mismo carruaje. Cuando esté frente al gran filósofo alemán, insistirá en que le presenten con el título de Lord y confiesa al papel lo halagada que se siente su vanidad en semejantes ocasiones.

Del encuentro con Kant no resultan grandes revelaciones sobre el personaje o los debates teóricos del momento, pero la frescura con que Boswell le presenta permite que el lector sienta que fisga el pasado a través de una mirilla que burla el tiempo, como si él también estuviera presente en ese momento privilegiado de los que hacen la historia pequeña.

El texto, con traducción de Miguel Martínez Lage, ha sido publicado por La uÑa Rota y dice mucho en favor del trabajo de calidad que desempeñan algunas editoriales pequeñas que no se dejan sobornar por las tentaciones de los mercados. Ni en estos tiempos.

Arturo Arnalte