Nota del autor, «un libro que nunca debería perderse un verdadero amante del arte de la escritura.» J. M. Guelbenzu

27.01.2014

Nota del autor, «un libro que nunca debería perderse un verdadero amante del arte de la escritura.» J. M. Guelbenzu

Publicado en Babelia (El País)

Joseph Conrad lee a Joseph Conrad

Por José María Guelbenzu, Babelia (El País, 11.01.14)

Este no es solo un libro para amantes de la obra de Conrad (lo cual ya revela un notable gusto literario), sino para cualquier verdadero amante de la literatura. Se trata de una recopilación de todos los prólogos del autor a su propia obra, libro por libro, destinados a la edición de sus obras completas. Leídos así, uno tras otro siguiendo la cronología de sus novelas, Nota del autor viene a ser una surte de atractivísimo autorretrato a la vez que una inestimable contribución al conocimiento del fenómeno de la creación literaria. Están incluidos todas sus novelas y relatos, con dos excepciones: la novela The rover (El pirata, una de sus obras maestras, escrita un año antes de su muerte y también traducida como El hermano de la costa) y el conjunto de narraciones cortas El alma del guerrero, publicada póstumamente.

            «Uno primero hace su trabajo y luego teoriza sobre él»; esta parece haber sido la máxima que ha guiado todos estos prólogos. Pero los textos de análisis literario propiamente dicho son los menos frente a aquellos en los que cuenta la procedencia de cada narración; a título de ejemplo, es espléndida la relación entre personajes extraídos de la observación de la vida y su encarnación en una novela (Victoria). Pero teoriza cuando explica cómo es una revelación que conduce a la escritura, o, hablando de Entre mareas, abre una perspectiva interesante acerca de la razón de los espacios abiertos en una novela, que se complementa y enriquece al explicar, en El agente secreto, la diferencia que responde a un escenario cerrado e infrecuente, como es el de la ciudad. Como lo suyo es exponer y explicar, apenas encontramos alguna defensa de sus novelas frente a sus críticos, pero la hay, como en el caso de la introducción a Azar.

            «La representación consciente de la verdad del pensamiento y de los hechos ha sido siempre mi objetivo.» La lectura de estos textos no deja lugar a dudas sobre la actitud literaria de su autor. Esto, unido a la exigencia de rigor, son dos características que campean al frente de toda su obra; «una obra que aspira, siquiera humildemente, a la categoría de arte, debería llevar su justificación en casa línea». Bajo esta doble perspectiva, la lectura de los prólogos debería llevar al lector al conocimiento, y reconocimiento, de lo que es la gran literatura. Ninguna de las novelas de Conrad está por debajo de esta categoría. El libro está lleno de experiencia literaria, como el relato de cómo retoma y da fin tras tantos años a una de sus últimas novelas: Salvamento. Además, Conrad es un formidable observador. Cuando habla de la atención con que construye el personaje de Lena, de Victoria, bromea sobre su propia verdad: «Esta atención es fruto de la holganza, para la que tengo un talento natural». La mirada de Conrad es maravillosa y esto hace, además, que los comentarios a sus novelas los leamos como un relato más, incluso las partes que contienen mayor reflexión teórica, porque muy pocos escritores han sabido contar y mirar como lo ha hecho él. Por todo lo cual cabe decir que estamos ante un libro que nunca debería perderse un verdadero amante del arte de la escritura, pues todo lo cuenta con la fascinante claridad de todo misterio.