"De uñas", por Manuel Rodríguez Rivero

11.12.2017

"De uñas", por Manuel Rodríguez Rivero

Publicado en BABELIA (Manuel Rodríguez Rivero)

En el saco de Santa Claus

 

Manuel Rodríguez Rivero

 

2. De uñas

Sigo el catálogo de la editorial segoviana La Uña Rota desde sus mismos comienzos. Creo recordar que cuando conocí a Carlos Rod, uno de sus fundadores, me admiró el entusiasmo y la valentía con que él y sus amigos se habían lanzado a la procelosa piscina del sector, en la que nadan no pocos escualos. Ahora, contra todo pronóstico biempensante y con una permanente economía de guerra, los de La Uña Rota han demostrado que lo más importante para abrirse camino en el mundo de la edición indepe son el talento y las ganas, dos intangibles que no pueden enseñarse en los másteres universitarios de edición. Con las cuatro perras (unas 20.000 pesetas de antes del milenio) iniciales, 20 años más tarde pueden presumir de un catálogo envidiable en el que comparten entrada, entre otros muchos, Beckett y Walser, Ángelica Liddell y Juan Mayorga (una de las excentricidades de la editorial es que ¡publica teatro!), Perec y Broyard. El último libro del sello que ha llegado a mis manos (y con el que demuestran, una vez más, que no pretenden hacerse tan insoportablemente ricos con la edición como Amancio Ortega lo es con lo suyo) es la Correspondencia que, entre 1914 y 1922, mantuvieron Marcel Proust y el editor de La Nouvelle Revue Française (Gallimard), Jacques Rivière. El volumen, prologado, traducido y anotado por Juan de Sola, constituye, además de una de las correspondencias autor-editor más apasionantes de la primera mitad del siglo XX, una herramienta fundamental para observar el proceso de creación de En busca del tiempo perdido. Y las vueltas que da la vida: Proust, que, tras serle rechazado por La Nouvelle Revue Française (vía André Gide), tuvo que publicar a sus expensas en Grasset Du côté de chez Swann (no acabo de acostumbrarme a lo de “por donde vive Swann”, probablemente más exacto), terminó publicando el resto de su obra con su ferviente admirador y amigo Rivière, editor de NRF, que había sido el “primer detector” de su importancia. Un libro imprescindible para todos los proustianos.