Basta leer los Diarios y las Cartas de Kafka para hacerse una idea de que era un catálogo de enfermedades y dolencias andante, al parecer muchas de ellas imaginarias. Kafka medía 1,88 metros y pesaba 61 kilos. Un cuerpo que cuidaba nadando regularmente, con una dieta vegetariana, largos paseos, y una tabla de ejercicios recomendados por el danés Jean Peters Mueller, que consistía en darse baños en agua fría y hacer gimnasia frente a una ventana abierta, al margen del frío y del calor.